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Tecnología

  • Foto del escritor: Visión Espírita
    Visión Espírita
  • 21 jun
  • 12 Min. de lectura

Tecnología binaural I

Antecedentes

Joan Mussons

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Introducción


En los tres artículos anteriores de esta sección dedicada a la tecnología, analizamos la importancia del autoconocimiento, tal como lo plantea Joanna de Angelis en el libro “El Ser Consciente”.


También exploramos el modo en que los avances científicos y tecnológicos —especialmente los estudios sobre biofeedback y consciencia desarrollados por el pionero C. Maxwell Cade, quien además investigó el trance mediúmnico— pueden complementar y facilitar el proceso de conocerse a uno mismo y acceder a estados alterados de consciencia.


Vimos que estos estados, según nos indica Joanna, son clave para fomentar el equilibrio fisiológico y el bienestar psicológico. Además, revisamos herramientas tecnológicas como el "espejo mental", que permiten aprender a correlacionar —entre otros efectos físicos explorados mediante las técnicas de biofeedback— las ondas cerebrales con distintos estados psicológicos y de consciencia.






Todo lo anterior nos lleva a una pregunta razonable: ¿existe alguna tecnología diseñada específicamente para facilitar la transición hacia estados mentales más armoniosos y abrir el acceso a niveles de consciencia expandida?


Precisamente, este es el objetivo que se propone la tecnología binaural: generar condiciones óptimas para inducir estados mentales de mayor armonía y favorecer el acceso a niveles de consciencia más profundos, mediante la estimulación auditiva sincronizada del cerebro.



Inducción Binaural


Es importante destacar que las frecuencias cerebrales naturales, como las ondas delta, theta, alfa, beta o gamma, se encuentran en un rango muy bajo —por debajo de los 100 Hz— y las más bajas: delta, theta, alfa y beta de rango bajo, no son audibles para el oído humano. Para que el cerebro pueda ser estimulado hacia una frecuencia determinada dentro de este rango, se recurre a una técnica indirecta: utilizar dos tonos audibles, ligeramente diferentes, que sí puedan ser escuchados.


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Por ejemplo, si se desea inducir una frecuencia cerebral de 4 Hz —típica de estados meditativos profundos— no es posible hacerlo directamente, ya que 4 Hz está fuera del rango audible para el ser humano (de 20 Hz a 20.000 Hz, en el mejor de los casos). En su lugar, se emplean dos tonos audibles, como 100 Hz en un oído y 104 Hz en el otro. El cerebro no escucha estos dos tonos por separado; en cambio, genera internamente un pulso binaural de 4 Hz, correspondiente a la diferencia entre ambas frecuencias. Este pulso no existe físicamente en el entorno: es una construcción neuronal, comparable a cómo el cerebro genera la percepción de profundidad al usar lentes 3D y puede influir en la actividad eléctrica cerebral, favoreciendo la sincronización con ese ritmo interno inducido.


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Además de su capacidad para inducir frecuencias cerebrales específicas, el fenómeno del pulso binaural presenta características técnicas que son esenciales para su efectividad. Por ejemplo, para que el cerebro pueda generar esta percepción rítmica interna, las frecuencias portadoras deben ser relativamente bajas (generalmente por debajo de los 1000 Hz) y la diferencia entre los dos tonos debe mantenerse dentro de un rango estrecho, usualmente menor a 30 Hz. Si esa diferencia es demasiado amplia, el cerebro ya no integra los sonidos como un solo pulso, sino que los interpreta como dos tonos distintos.


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Asimismo, el uso de auriculares estéreo es indispensable: solo si cada oído recibe su tono correspondiente de forma aislada se produce el efecto perceptivo. Si se utilizan altavoces comunes el efecto suele perderse, ya que ambos oídos recibirían una mezcla de las señales. Finalmente, la desaparición inmediata del pulso al quitar uno de los auriculares demuestra que se trata de una construcción neurológica, generada exclusivamente en el procesamiento cerebral del sistema auditivo.





Fundamentos Tecnológicos y Biológicos


La eficacia de los pulsos binaurales se basa en una interacción precisa entre tecnología de audio y neurofisiología. Desde el punto de vista técnico, la implementación de esta tecnología requiere únicamente un sistema de reproducción estéreo —como auriculares convencionales— capaz de enviar una señal distinta a cada oído. Lo fundamental es que se reproduzcan dos tonos puros o señales de frecuencia cercana (por ejemplo, 100 Hz en un oído y 104 Hz en el otro).


El cerebro, al recibir estas dos entradas diferenciadas, no las interpreta como sonidos separados, sino que genera internamente un pulso rítmico cuya frecuencia corresponde a la diferencia entre los tonos. A diferencia de los pulsos ("beats") monoaurales, que resultan de la superposición física de tonos en una misma fuente y se perciben directamente, los pulsos binaurales no están en la señal de audio misma, sino que emergen como un artefacto psicoacústico dentro del sistema auditivo, en el cerebro del oyente. Esta capacidad de crear una percepción sonora interna —sin que el estímulo esté físicamente presente— se debe al funcionamiento del tronco cerebral y en particular de los núcleos olivares superiores (1), que integran y comparan las señales auditivas procedentes de ambos oídos. Estas neuronas, cuya función original es ayudar a localizar el origen espacial del sonido, pueden sincronizar su actividad en función de la diferencia de la frecuencia o de fase entre los dos tonos recibidos. Así, cuando se presenta una diferencia de, por ejemplo, 4 Hz entre los tonos, estas neuronas responden oscilando rítmicamente a esa frecuencia, creando la percepción de un “latido” continuo que parece provenir del interior de la cabeza.


(1) Los núcleos olivares superiores (también llamados complejo olivar superior o complejo olivar superior medial y lateral) son un grupo de estructuras ubicadas en el tronco encefálico, específicamente en la parte inferior del puente de Varolio (o protuberancia), dentro del sistema auditivo central. Su nombre proviene de su forma ligeramente ovalada ("olivar") y su posición superior respecto a otra estructura del bulbo raquídeo llamada oliva inferior, con la cual no deben confundirse.

Función principal

Los núcleos olivares superiores tienen un papel crucial en la localización del sonido en el espacio. 

Lo hacen mediante el análisis de:

  • Diferencias de tiempo interaural (ITD): cuán rápido llega un sonido a un oído en comparación con el otro.

  • Diferencias de intensidad interaural (IID): cuán fuerte se percibe el sonido en cada oído.

  • Estas diferencias permiten al cerebro calcular la dirección de donde proviene un sonido, lo que es vital para la percepción espacial auditiva.

Componentes clave

El complejo olivar superior incluye varias subestructuras, pero las más importantes para el procesamiento binaural son:

  • Núcleo olivar superior medial (MSO): especializado en detectar diferencias de tiempo entre los sonidos que llegan a ambos oídos.

  • Núcleo olivar superior lateral (LSO): más sensible a las diferencias de intensidad.

Relevancia en el efecto binaural

En el caso de los pulsos binaurales, cuando se presentan dos tonos ligeramente diferentes a cada oído, estos núcleos —especialmente el MSO— detectan y procesan la diferencia de fase o de frecuencia entre ambas señales. Esa diferencia rítmica es lo que el cerebro interpreta como el “pulso binaural”.


Esta respuesta auditiva inicial activa un proceso en cadena que involucra estructuras superiores del sistema nervioso, como el tálamo y la corteza auditiva y que puede influir en la actividad eléctrica global del cerebro. Aquí entra en juego la hipótesis del llamado arrastre de ondas cerebrales (brainwave entrainment), según la cual la frecuencia dominante de las ondas cerebrales tiende a alinearse o sincronizarse con el estímulo auditivo percibido. En otras palabras, si el cerebro detecta un pulso binaural de 7 Hz, algunas redes neuronales podrían comenzar a oscilar espontáneamente en ese mismo rango de frecuencia, lo cual corresponde al estado theta, asociado a relajación profunda, ensoñación o trance ligero. Esta capacidad de modulación rítmica está respaldada por fenómenos neurofisiológicos bien documentados, como la Respuesta Auditiva Estable (ASSR, por sus siglas en inglés), mediante la cual el cerebro sigue patrones rítmicos externos cuando se los presenta de forma repetitiva y sostenida. En el caso particular del audio binaural, el hecho de que el pulso se genere dentro del sistema auditivo cerebral lo convierte en un candidato ideal para inducir cambios sutiles —pero medibles— en la actividad neuronal.


En resumen, la tecnología binaural se apoya en una combinación poderosa: un diseño sonoro relativamente simple, accesible desde dispositivos comunes y una profunda respuesta biológica que aprovecha el modo en que el cerebro procesa, interpreta y responde a la información auditiva. Esta conjunción entre ingeniería acústica y neurociencia permite que un estímulo auditivo bien diseñado —dos tonos y un par de auriculares— sea capaz de desencadenar efectos complejos a nivel de percepción, emoción y consciencia. Por eso, más allá de ser una curiosidad tecnológica, los pulsos binaurales se perfilan como una herramienta con un potencial real en el ámbito del bienestar psicológico, la meditación, el entrenamiento cognitivo e incluso la terapia neuroacústica.


"(...) el hecho de que el pulso se genere dentro del sistema auditivo cerebral lo convierte en un candidato ideal para inducir cambios sutiles —pero medibles— en la actividad neuronal."


Historia, descubrimiento y experimentación


La historia de los pulsos binaurales comienza en el siglo XIX, cuando el físico prusiano Heinrich Wilhelm Dove descubrió en 1839 que al presentar tonos de frecuencia ligeramente distinta a cada oído se generaba una pulsación sonora interna.


Aunque Dove publicó este fenómeno en 1841, el hallazgo permaneció durante más de un siglo como una curiosidad científica sin aplicaciones prácticas concretas. No fue sino hasta 1973 que el fenómeno resurgió con fuerza gracias al biofísico Gerald Oster, quien publicó un artículo clave en la revista Scientific American titulado “Auditory Beats in the Brain” ("Pulsos auditivos en el cerebro"). 


En él, Oster no solo sistematizó décadas de estudios dispersos, sino que también propuso que los pulsos binaurales podían ser útiles en neurociencia, psicología e incluso medicina. Identificó su valor potencial para estudiar cómo localizamos sonidos en el espacio tridimensional y cómo filtramos sonidos en ambientes ruidosos —el llamado “efecto cóctel”— y sugirió que podrían usarse como herramienta diagnóstica, observando que algunas personas con Parkinson no percibían los pulsos binaurales hasta recibir tratamiento.


También reportó diferencias individuales llamativas: por ejemplo, variaciones en la sensibilidad de mujeres a lo largo de su ciclo menstrual, lo que apuntaba a una posible influencia hormonal en la percepción del fenómeno.


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A la par de este impulso teórico, Robert A. Monroe, un ingeniero en radiodifusión interesado en estados ampliados de consciencia, descubría por su cuenta que ciertos ajustes sonoros provocaban efectos mentales inusuales.





Al investigar más a fondo, identificó que los pulsos binaurales eran responsables de inducir estados alterados de consciencia.


Fundó en 1974 el Monroe Institute, donde desarrolló las cintas Hemi-Sync, que combinaban tonos binaurales con sonidos ambientales, propiciando la sincronización de ambos hemisferios cerebrales, para facilitar experiencias meditativas y de introspección.


Durante las décadas siguientes, tanto científicos como entusiastas del desarrollo personal comenzaron a experimentar con esta tecnología. En los años 80 y 90 surgieron estudios académicos iniciales que buscaban medir los efectos fisiológicos y psicológicos de la estimulación binaural, observando, por ejemplo, cambios en patrones de las ondas cerebrales mediante dispositivos de electroencefalografía (EEG), analizando niveles de ansiedad o desempeño cognitivo en tareas de vigilancia.


Ya en el siglo XXI, los pulsos binaurales entraron en la cultura popular, a veces envueltos en promesas exageradas, como en el fenómeno del “i-Dosing”, que promovía audios binaurales como “drogas digitales” capaces de inducir euforia o alucinaciones. Aunque tales afirmaciones carecen de base científica sólida, reflejan el nivel de difusión e interés que ha alcanzado esta tecnología.


Paralelamente, la investigación académica se ha incrementado, buscando comprender con mayor rigor cómo interactúan los pulsos binaurales con las ondas cerebrales y los estados mentales. Así, la historia de esta tecnología sonora revela un recorrido que va del hallazgo experimental al interés clínico, pasando por la exploración subjetiva y el entusiasmo cultural. Con el tiempo, la tecnología binaural ha ido consolidando su lugar como un puente entre ciencia, consciencia y tecnología aplicada al bienestar.



Estudios Científicos y Universitarios


En las últimas dos décadas, el interés científico por la tecnología binaural ha crecido notablemente, con universidades de todo el mundo realizando investigaciones rigurosas sobre sus efectos. Los estudios han abordado diversas áreas: desde la cognición y la atención, hasta la ansiedad, el dolor y la actividad cerebral medida con EEG. 


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Un ejemplo es el estudio realizado por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), en el que se expuso a los participantes a pulsos binaurales de 20 Hz (beta) y 5 Hz (theta) para evaluar su impacto en la memoria.


Los resultados mostraron que los pulsos beta, mientras el sujeto estudiaba, mejoraron significativamente la retención de información, mientras que los theta, debido a la inducción de estados “subconscientes” la perjudicaron.


Esta diferencia según la frecuencia se repite en otros trabajos, confirmando que los pulsos rápidos tienden a activar la mente y los lentos a inducir estados de relajación menos adecuados para tareas cognitivas. Un metaanálisis publicado por el equipo de Miguel García-Argibay (UNED) en 2019 reforzó esta conclusión.


Reuniendo 22 estudios sobre memoria, atención, ansiedad y dolor, el análisis arrojó un efecto positivo moderado de los pulsos binaurales, especialmente con frecuencias alpha, beta y gamma. Además, se confirmó que los pulsos más lentos (theta, delta) son eficaces para reducir la ansiedad y generar estados de calma.


Otro hallazgo importante fue su efecto analgésico: algunos estudios en contextos médicos encontraron que pacientes expuestos a pulsos binaurales requerían menos anestesia o reportaban menos dolor.


También se identificaron buenas prácticas para su uso: sesiones de más de 10 minutos, exposición antes y durante la tarea y que los pulsos pueden ser igual de efectivos con o sin enmascaramiento (ruido blanco o música).


Desde el punto de vista neurofisiológico, experimentos con EEG y magnetoencefalografía (como los realizados en la Universidad de Bonn o la Universidad de Tecnología de Dublín) han mostrado en algunos casos cambios en la actividad cerebral compatibles con el fenómeno de arrastre, aunque no de forma uniforme en todos los sujetos. La experiencia previa del sujeto —por ejemplo, si practica meditación— puede influir en su respuesta al estímulo binaural.


Una revisión sistemática reciente realizada por la Universidad de Múnich señaló una gran variabilidad metodológica. Esto indica que, si bien hay resultados claros y prometedores, aún falta estandarizar los protocolos para obtener conclusiones más sólidas. A pesar de estas limitaciones, la investigación universitaria ha avanzado en demostrar que los pulsos binaurales no son meras ilusiones auditivas sin impacto, sino que tienen efectos reales —aunque sutiles en algunos sujetos— sobre el estado mental, emocional y fisiológico de las personas. Su potencial como herramienta de apoyo en contextos clínicos, educativos o de bienestar sigue siendo explorado con creciente interés.



Estimulación audiovisual combinando luz estroboscópica con pulsos binaurales


La estimulación audiovisual consiste en aplicar de forma sincronizada flashes de luz intermitente (luz estroboscópica) y pulsos sonoros binaurales para inducir al cerebro a seguir un ritmo específico.


La luz estroboscópica es una fuente de luz que se enciende y apaga rápidamente a una frecuencia determinada, generando destellos rítmicos que se perciben con los ojos cerrados o entreabiertos. 


Generalmente, se aplica a través de gafas especiales con pequeños LEDs, mientras que los sonidos se escuchan mediante auriculares. Al combinar ambos estímulos en la misma frecuencia —por ejemplo, 10 veces por segundo— el cerebro puede sincronizar su actividad eléctrica con ese patrón externo. Este proceso, conocido como arrastre (o entrainment) cerebral, puede facilitar estados mentales como relajación profunda, concentración, sueño o claridad cognitiva y estados alterados de consciencia dependiendo de la técnica y frecuencia utilizada.

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La estimulación audiovisual, que combina luz estroboscópica con pulsos binaurales, ha sido objeto de numerosos estudios revisados por pares como una herramienta eficaz para sincronizar las ondas cerebrales mediante el fenómeno de arrastre (o entrainment). Esta técnica ha demostrado inducir estados cerebrales específicos de manera más efectiva que los estímulos visuales o auditivos por separado, generando efectos sinérgicos. 


En el rango delta (0,5–4 Hz), asociado al sueño profundo, estudios como el del Dr. Kang et al. (2011) mostraron que 15 minutos de estimulación audiovisual sincronizada produjeron un efecto sedante medible en voluntarios sanos, mientras que estudios como el del Dr. Tang et al. (2019) confirmaron un aumento significativo de la potencia delta en adultos mayores con insomnio, lo que sugiere su utilidad como método no farmacológico para inducir sueño


En cuanto a las ondas alfa (8–12 Hz), relacionadas con la relajación y el rendimiento cognitivo, Cruceanu y Rotarescu (2013) demostraron que la estimulación combinada a 10,2 Hz mejoró el desempeño en tareas de la atención selectiva, el control cognitivo y la capacidad de inhibición de respuestas automáticas (tareas de Stroop), mientras que el Dr. Liu et al. (2024) halló que solo la combinación audio-visual logró reducir marcadores fisiológicos de ansiedad en personal sanitario, apoyando un claro efecto sinérgico en la activación alfa


En el rango beta (12–30 Hz), vinculado a la concentración y alerta, estudios como el del Dr. Timmermann et al. (1999) documentaron que 20 minutos de estimulación audiovisual a ~20 Hz incrementaron significativamente la actividad beta (y theta) en EEG (electroencefalógrafo), con efectos persistentes tras la sesión, lo que sugiere una posible plasticidad neural inducida. Aunque la evidencia aún es limitada en este rango, también se ha reportado que los destellos a 18–20 Hz aumentan las ondas beta y podrían ser útiles para potenciar el enfoque o mejorar el ánimo


El mayor interés reciente ha girado en torno a las ondas gamma (~40 Hz) por su relación con funciones cognitivas superiores y su potencial terapéutico en trastornos neurológicos. Investigaciones lideradas por Li-Huei Tsai en el MIT mostraron que la estimulación audiovisual a 40 Hz en modelos animales redujo la carga amiloide en el cerebro (marcador biológico característico del Alzhéimer y otros trastornos neurodegenerativos) y que la combinación de luz y sonido logró activar regiones cerebrales —como la corteza prefrontal— no estimuladas por separado, indicando un efecto de reclutamiento neural ampliado. En humanos, se han inducido oscilaciones gamma coordinadas sin efectos adversos, incluso en adultos mayores y pacientes con Alzheimer en fases iniciales. La revisión del Dr. Chen et al. (2022) señala que este tipo de estimulación puede mejorar la conectividad cerebral, el estado de ánimo, el sueño y la memoria y da origen a una nueva estrategia conocida como GENUS (Sincronización Gamma mediante Estímulos Sensoriales). 

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En conclusión, la literatura científica evidencia que la estimulación audiovisual a frecuencias cerebrales específicas puede modular la actividad neuronal con una sincronización más robusta y distribuida que los estímulos unimodales (lumínicos o binaurales por separado), produciendo beneficios funcionales como reducción de ansiedad, inducción de sueño, mejora en la atención y potencial terapéutico en neurodegeneración. Las fuentes utilizadas provienen de publicaciones especializadas como International Journal of Psychophysiology, Cognition, Brain, Behavior, Depression and Anxiety y Brain and Behavior, proporcionando respaldo empírico al impacto de la estimulación audiovisual en las oscilaciones cerebrales y su aplicación en salud mental y neurocognición.


En el próximo artículo de esta serie sobre tecnología binaural exploraremos la labor pionera de Robert Monroe, el desarrollo de la tecnología Hemi-Sync y la creación del programa Experiencia Gateway, diseñado para facilitar el acceso a estados de conciencia expandida. Analizaremos los efectos perceptivos y psíquicos reportados por los participantes, así como sus sorprendentes paralelismos con descripciones contenidas en diversas obras de literatura espírita.


Te agradecemos sinceramente el tiempo dedicado a la lectura de este artículo y esperamos que alguno de los temas abordados haya despertado tu interés o curiosidad.

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