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Disparates del pseudoespiritualismo

 

Por Alvaro Vélez Pareja – Colombia



Dos ideas absurdas, extrañas y nocivas circulan una y otra vez en las redes sociales, van y vienen y a veces son retomadas por los internautas incautos y mal informados. En esta oportunidad queremos referirnos, entre muchas otras, a la creencia en los “cascarones astrales” y a los denominados “portales orgánicos”, muy del gusto de los esotéricos y “místicos” de hoy.


La teoría de los cascarones astrales data de los primeros tiempos de la antigua Teosofía, según la cual, al desencarnar las personas, sus cuerpos astrales, una vez el alma ha ascendido a planos superiores, quedan vagando por los planos espirituales inferiores, a manera de cadáveres astrales, réplica exacta del cuerpo material, pero sin vida, sin pensamiento, sin conciencia y sin actividad propia, pero con la facultad de “comunicarse” en las reuniones mediúmnicas, al ser atraídos y vitalizados por los médiums, pudiendo así engañar a todos los asistentes, haciéndose pasar por espíritus comunicantes. Esta teoría, sin sustento científico ni demostrativo, fue promovida por algunos teósofos de aquella época con la intención de demeritar al creciente Espiritismo clásico, en el cual veían a un formidable competidor, en su afán de ganar adeptos.


A todas luces esta idea no resiste un serio análisis a la luz de la razón, de la ciencia y de las enseñanzas de la Doctrina Espírita. En primer lugar, se contradicen pues dicen que dichos cadáveres astrales carecen de mente, conciencia, voluntad y actividad, pero no son capaces de explicar siendo las innumerables, extensas y coherentes comunicaciones mediúmnicas, en las que los espíritus comunicantes demuestran hasta la saciedad todas las características del ser humano, individual, pensante, dotado de memoria, sentimientos, conocimientos, voluntad y autonomía. Solo dicen que son los médiums quienes los atraen y les otorgan dichas características. Si así fuese, los mensajes transmitidos por los médiums siempre serían idénticos, por ser completamente anímicos, lo cual no corresponde a las numerosas evidencias y comprobaciones obtenidas en un inmenso número de reuniones mediúmnicas a través de muchos años. Nada más absurdo pensar y decir que los espíritus no son más que cadáveres astrales que engañan a todo el mundo.


La otra idea, más reciente y muy del gusto de ciertos espiritualistas de hoy, es la de los llamados "portales orgánicos", según la cual “no todas las personas tienen alma o espíritu”, es decir, tendrían todas las características de un ser humano en sentido físico, anatómico, fisiológico, psicológico, comportamental y social, pero sin un alma humana. La simulación sería tal que podrían hasta ser miembros de nuestras familias, abuelos, padres, madres, hermanas, hijos, con la posibilidad de procrear seres humanos normales, etc., pero sin que tuviésemos la posibilidad de identificarlos como meros robots orgánicos o autómatas sin alma.


Nada más absurdo pensar y decir que los espíritus no son más que cadáveres astrales que engañan a todo el mundo.

Los promotores de dicha idea no logran ponerse de acuerdo en cuanto a su origen, sobre quienes serían sus “creadores”, pero en general, creen que son “fabricados” por algunas especies de extraterrestres que albergan el oscuro propósito de apoderarse de la Tierra y su humanidad, los consabidos reptilianos, creadores de una supuesta “matrix”, quienes controlan al mundo “ocultos en la luna”. Entre las muchas objeciones que dicha idea puede tener, resulta sobremanera inexplicable y absurdo que los seres humanos “con alma” pudiésemos engendrar seres humanos “sin alma” y que a su vez estos portales orgánicos pudiesen procrear seres humanos normales, sin que además nadie pudiese ver la diferencia entre unos y otros.


Lo nocivo de creer y promocionar estas ideas consiste, entre otras cosas, en revivir la teorías antiguas, medievales y colonialistas de que “las mujeres no tienen alma”, “los originários no tienen alma”, “los esclavos no tienen alma”, que tanto desprecio, infamia, abusos y dolor trajo a dichos grupos humanos en distintas épocas. 


Podemos concluir que la creencia en los “cascarones astrales” y en los “portales orgánicos”, además de ser ideas nocivas e inútiles, carecen de fundamentación científica. 

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