Apariciones - Manifestaciones visuales. Segunda parte, cap. VI
David Santamaría
«De todas las manifestaciones espíritas las más interesantes son, sin duda, aquellas por medio de las cuales los Espíritus se hacen visibles. Veremos por la explicación de ese fenómeno, que el mismo no es más sobrenatural que los otros. (ítem 100)
Los Espíritus, ¿pueden hacerse visibles?
“Sí, principalmente durante el sueño. No obstante, algunas personas los ven durante la vigilia pero eso es más raro.”
OBSERVACIÓN – Mientras el cuerpo reposa el Espíritu se desprende de los lazos materiales. Se encuentra más libre y puede con mayor facilidad ver a los otros Espíritus, con los cuales entra en comunicación. El sueño no es sino el recuerdo de ese estado. Cuando no nos acordamos de nada decimos que no hemos soñado, pero no por eso el alma dejó de ver y de disfrutar de su libertad. Aquí tratamos más particularmente acerca de las apariciones en el estado de vigilia.» (ítem 100.1)
Sin duda alguna esta fenomenología presenta, como indica Kardec, la más grande importancia por permitir observar directamente a los espíritus ya sea de forma espontánea, inesperada, o en el transcurso de una sesión mediúmnica.
Al considerar esta capacidad se pueden plantear algunas preguntas relevantes para intentar comprender su funcionamiento e implicaciones. Las iremos examinando intercalando algunas opiniones de Kardec y de sus colaboradores espirituales. Veámoslas:
¿Cuál es el proceso por el cual los médiums videntes ven a los espíritus?
¿Siempre es una percepción mediúmnica?
¿Hay médiums que pueden ver a los espíritus de forma permanente?
¿Existen las apariciones tangibles?
¿Pueden provocarse las apariciones?
¿Qué motiva a los espíritus a hacerse visibles?
¿Por qué no son percepciones más habituales si son tan demostrativas de la existencia del mundo espiritual?
¿Es posible que haya espíritus que tomen la apariencia de otro para engañarnos?
Mientras el cuerpo reposa el Espíritu se desprende de los lazos materiales. Se encuentra más libre y puede con mayor facilidad ver a los otros Espíritus, con los cuales entra en comunicación. El sueño no es sino el recuerdo de ese estado.
Empecemos por el principio: ¿Cómo se procesa este fenómeno? ¿Qué hacen los espíritus para dejarse ver? ¿Qué pueden hacer los médiums para percibir el mundo espiritual?
¿Cómo puede el Espíritu hacerse visible?
“El principio es el mismo de todas las manifestaciones. Reside en las propiedades del periespíritu, que puede sufrir diversas modificaciones, conforme a la voluntad del Espíritu.” (ítem 100.20)
¿De qué depende la facultad de ver a los Espíritus durante la vigilia?
“Esa facultad depende de la organización; de la mayor o menor facilidad que tiene el fluido del vidente para combinarse con el del Espíritu. Por eso, no basta con que el Espíritu desee mostrarse; hace falta, además, que encuentre la aptitud necesaria en la persona ante la cual desea hacerse ver.” (ítem 100.26)
¿Podría decirse que el Espíritu se hace visible por medio de la condensación del fluido del periespíritu? “Condensación no es el término. Se trata más bien de una comparación que os puede ayudar a que comprendáis el fenómeno, pues en realidad no existe tal condensación. Mediante la combinación de los fluidos, se produce en el periespíritu una disposición particular, sin analogía para vosotros, y que lo hace perceptible.” (ítem 100.23)
Es decir, parece indispensable esa combinación entre algunas fracciones del cuerpo energético del espíritu y también del médium. ¿Por qué es necesaria esa combinación? Probablemente la respuesta sea que el “cuerpo” energético del médium, como espíritu encarnado que es, tiene un factor diferencial y ese es la vitalidad orgánica (llamada también por Kardec “principio vital”). Evidentemente esta idea no deja de ser una opinión personal.
Sin embargo en el caso de los que podríamos denominar como “médiums de emancipación”, o sea los que Kardec denominaba médiums sonámbulos, no se precisa esa combinación ya que como espíritus emancipados de su cuerpo pueden percibir directamente el mundo espiritual, sin ser médiums videntes.
Y, por otro lado, ¿cómo explicar el fenómeno de la visión permanente del mundo espiritual por parte de ciertos médiums? Ahí, evidentemente, no es posible que se dé esa combinación fluídica al mismo tiempo y con todos los espíritus presentes; probablemente, en estos casos, sería más una percepción anímica que no mediúmnica. Sensitivos de este alcance perceptivo hay y ha habido muy pocos; destacaremos al Sr. Adrien quien colaboró en muchas oportunidades con Allan Kardec, que nos dice (Revue Spirite, de diciembre de 1858):
Toda persona que puede ver a los Espíritus sin ayuda ajena es, por esto mismo, médium vidente; pero en general las apariciones son fortuitas, accidentales. Nosotros todavía no conocíamos a ninguna persona apta para verlos de una manera permanente y a voluntad. Es de esta notable facultad que está dotado el Sr. Adrien, uno de los miembros de la Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas. Él es a la vez médium vidente, psicógrafo, auditivo y sensitivo.
(…) Lo que tal vez es más notable todavía, es que no ve solamente a los Espíritus que se evocan; ve al mismo tiempo a todos los que están presentes, evocados o no; los ve entrar, salir, ir y venir, escuchar lo que decimos, reírse o tomarse algo en serio, según su carácter; en unos hay seriedad, en otros un aire burlón y sarcástico; algunas veces uno de ellos se dirige hacia uno de los asistentes y le pone la mano en el hombro o se ubica a su lado, mientras que otros se mantienen apartados; en una palabra, en toda reunión hay siempre una asamblea oculta compuesta por Espíritus atraídos por su simpatía para con las personas y las cosas con las cuales se ocupan. En las calles ve a una multitud, porque además de los Espíritus familiares que acompañan a sus protegidos hay entre ellos –como entre nosotros– la masa de los indiferentes y de los ociosos. Nos dice él que en su casa nunca está solo y que jamás se aburre, tiene siempre una sociedad con la cual conversa.
Realmente causa asombro una facultad de este tipo, que es como la que tiene también el célebre médium brasileño el Sr. Divaldo Franco. No es de extrañar que esta circunstancia de una visión permanente del mundo invisible sea tan rara entre quienes tienen mediumnidad. Pongámonos en su lugar: ¿cómo reaccionaríamos, cómo viviríamos, si nosotros percibiéramos en todo momento a las entidades espirituales que están a nuestro alrededor, en todas partes? Eso podría llegar a ser un suplicio al vernos privados de toda intimidad. Ciertamente no está al alcance de todos el ser capaces de resistir tamaña presión psicológica.
Por otra parte, hay que admitir también la posibilidad de que sí se puedan percibir esas presencias espirituales con los ojos físicos y que, incluso, puedan tornarse tangibles tal y como demuestra la experiencia. Ahí sí que hay que considerar el tema de la combinación de energías que producirán aquella disposición particular (que no condensación) del periespíritu para que sea visible, como le dijeron los colaboradores espirituales a Kardec.
Para dar una prueba de que no todo muere con el cuerpo y que el alma conserva su individualidad después de la muerte.
Al igual que en el resto de fenomenología mediúmnica no se puede pretender obtener este tipo de manifestaciones a voluntad del experimentador. Nunca podremos obviar que los espíritus son entidades libres que se comunican si quieren hacerlo voluntariamente, añadiendo asimismo la necesidad de que les sea posible tener contacto con un médium idóneo y que tengan permiso para proceder a concretar su presencia ante los ojos de los encarnados. En este sentido nos preguntábamos más arriba qué pueden hacer los médiums para percibir el mundo espiritual. Siendo como son intermediarios entre los dos planos de vida solamente pueden predisponerse con buena voluntad, método y buenos conocimientos a que se produzca el fenómeno: ni más ni menos.
En cuanto a cuáles pueden ser los motivos que tengan los espíritus para mostrarse visualmente, sus colaboradores comentaron a Kardec que era: “Para dar una prueba de que no todo muere con el cuerpo y que el alma conserva su individualidad después de la muerte. Esa visión pasajera es suficiente para dar esa prueba y atestiguar la presencia de vuestros amigos junto a vosotros.” (ítem 100.8)
En cuanto a las dos últimas preguntas, de las ocho formuladas más arriba, ambas se merecen una atención especial:
¿Por qué no son percepciones más habituales si son tan demostrativas de la existencia del mundo espiritual? Esta inquietud suele darse en torno a todas las manifestaciones de los espíritus ya que, si realmente ellas son un reflejo de la realidad de su existencia, podríamos plantearnos legítimamente la conveniencia de una proliferación de todo tipo de comunicaciones, especialmente las más “palpables”: apariciones, voces, materializaciones, curaciones… Sin embargo la experiencia demuestra que no es un aumento de manifestaciones lo que puede llevar a las personas a aceptar la realidad del espiritismo, sino la comprensión y práctica de sus postulados filosóficos. Lamentablemente muchos aceptan las manifestaciones mediúmnicas pero se estancan en ese punto; quedándose prendidos a lo maravilloso sin asumir que lo verdaderamente positivo es lo que se esconde detrás del fenómeno, es decir, la aceptación de la vida después de la muerte y la reencarnación y sus consecuencias.
Por otro lado muchas veces se suele pensar que en la mediumnidad estaría la posibilidad de tener respuestas rápidas y fáciles a nuestros problemas, también la solución a los interrogantes de la ciencia y de la medicina y asimismo la posibilidad de lucrarnos; y ciertamente en este caso peor sería el remedio que la enfermedad. Desgraciadamente esos son los motivos que más acercan a muchos hasta la mediumnidad. Ya advertía Kardec:
«Tendríamos un concepto demasiado elevado de la naturaleza humana si creyéramos que esta tiene condiciones para transformarse súbitamente por medio de las ideas espíritas. La acción que dichas ideas ejercen de seguro no es la misma ni de igual grado en quienes las profesan. Pero más allá del resultado, por escaso que este sea, constituye en todos los casos un mejoramiento aunque sólo consista en aportar la prueba de la existencia de un mundo extracorporal, lo que implica la negación de las doctrinas materialistas. Tal es la consecuencia de la observación de los hechos.» (El Libro de los Espíritus, Conclusión VII)
Por lo tanto, las manifestaciones bien estudiadas en un ambiento serio y controlado ofrecen buenos argumentos demostrativos de la realidad del mundo espiritual. En segundo lugar, si alguien es merecedor de poder obtener una información o una prueba desde ese mundo espiritual no dudemos que ya se producirán las circunstancias concretas para que ello pueda darse. Recordemos que mediumnidad e impaciencia no casan bien.
Veamos la última pregunta: ¿Es posible que haya espíritus que tomen la apariencia de otro para engañarnos? La respuesta es, indudablemente, afirmativa. No podemos ser ingenuos al respecto. Fijémonos que en el mundo material, por ejemplo y cada vez más, se dan casos de suplantación digital. ¿Íbamos, pues, a suponer que espíritus embusteros y farsantes (pero inteligentes), muchas veces por venganza no intentarían camuflar su presencia y su identidad para confundirnos?
Ante esto, la verdad es que daría la impresión que estamos indefensos ante la actuación del mundo espiritual. Ello no es así, especialmente si sabemos siempre tener en cuenta que:
conocimiento + seriedad + buen entorno mediúmnico = menos posibilidades de engaño.
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