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La Génesis según el Espiritismo

Cap. XI  - Parte I - El principio espiritual

 

Vera Lucia Dalessio



El principio espiritual es el corolario de la existencia de Dios. Es  algo incuestionable e indiscutible, en el que hay un axioma, principio evidente por sí mismo. Si todo efecto tiene una causa, todo efecto inteligente tiene una causa inteligente.


No podemos admitir a Dios sin los atributos esenciales de la Divinidad: justicia y bondad, más esas cualidades resultarían inútiles si solo se ejercieran sobre la materia. Sin la supervivencia del ser pensante, los sufrimientos de la vida se verían provenientes por parte de Dios como una crueldad sin finalidad.


La idea de la perpetuidad del ser espiritual es innata en el hombre, es una intuición y una aspiración  del ser pensante. A esta idea intuitiva y al poder del razonamiento, el Espiritismo suma la sanción de los hechos; la prueba material de la existencia del ser espiritual, de su supervivencia, de su inmortalidad y de su individualidad. Precisando y definiendo lo que anteriormente era vago y abstracto, el Espiritismo nos muestra al ser inteligente actuando fuera de la materia, durante o después de la vida corporal.


El principio espiritual prueba que el ser pensante tiene una existencia propia e independiente, entonces, el elemento material y el elemento espiritual son los dos principios constitutivos del Universo, donde la  finalidad de los mundos materiales es abastecer a los seres espirituales de los elementos de trabajo, para el desarrollo de su inteligencia. Así, Dios creó los mundos materiales de toda la eternidad para abastecer a los seres espirituales eternos de elementos de trabajo para el desarrollo de su inteligencia.



Unión el Principio Espiritual con la materia


El cuerpo es la envoltura e instrumento del espíritu, que se adapta siempre al nuevo tipo de trabajo que deba realizar, como un obrero que va perfeccionando su obra, El espíritu da forma a su envoltura y la modifica según a sus nuevas necesidades, va perfeccionando el cuerpo desde el instante en que un espíritu nace a la vida espiritual, haciendo uso de sus facultades para avanzar.


Aunque el cuerpo sólo es una envoltura destinada a alojar al espíritu del hombre, está constituido por los mismos elementos que integran los cuerpos de los animales. Es animado por el mismo principio vital, pero si consideramos solo la materia, no habría nada que distinga al hombre del animal. En el hombre es su espíritu lo que lo convierte en un ser especial. Así el hombre primitivo en su desarrollo y evolución fue adquiriendo formas físicas más perfectas.


Si un hombre llega a ser exclusivamente material, después de haber trabajado durante algún tiempo, el cuerpo se desorganiza y se descompone, entonces el principio vital se extingue y el cuerpo muere, el espíritu lo abandona, tal  como se deja una casa en ruinas, o un traje sin usar.



Hipótesis sobre el origen del cuerpo humano


Por la similitud existente en las formas exteriores de los cuerpos del hombre y el mono, ciertos fisiólogos admiten la hipótesis que el primero es mera transformación del segundo. En la Naturaleza no existen las transiciones bruscas, por lo tanto, es probable que los primeros hombres que poblaron La Tierra hayan diferido muy poco del mono en su forma exterior y no mucho en su inteligencia.

 


Encarnación de los Espíritus


Vamos a explicar lo que el Espiritismo nos enseña sobre cómo se opera la unión entre el espíritu y el cuerpo en la encarnación. El espíritu es un ser indefinido y abstracto, que no puede ejercer una acción sobre la materia, entonces necesita un intermediario, su envoltura fluídica; es en cierta forma parte integrante del espíritu que oficia como eslabón.


Esta envoltura es semi material, material porque debe a la materia su origen y espiritual porque su naturaleza es etérea, es extraída del fluido cósmico universal, modificándose hasta llegar a ser lo que conocemos como periespíritu, que transforma al espíritu en un ser concreto, definible y comprensible para el pensamiento. El fluido periespiritual es el lazo que une al espíritu con la materia y los nervios sirven de hilos conductores.


Cuando un espíritu debe encarnar en un cuerpo humano se crea un lazo fluídico, mera extensión de su periespíritu, lo que lo une al germen hacia el cual se siente atraído por una fuerza irresistible. Desde el momento mismo de la concepción, a medida que el germen se desarrolla, la unión se intensifica. Y es bajo la influencia del principio vital material del germen, que el periespíritu , poseedor de ciertas propiedades  de la materia, se une molécula a molécula al cuerpo en formación. 


Podríamos decir que el espíritu, por intermedio del periespíritu crea raíces en ese germen como una planta lo hace en la tierra, es entonces cuando el germen está enteramente desarrollado, la unión se completa, siendo ese el momento en que el espíritu resurge ante la vida exterior.                                        


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