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Conociendo el Espiritismo

El Libro de los Espíritus

Preguntas y respuestas de la 128 a la 131

 

Flavia Roggerio



¡Hola compañeros de aprendizaje! 


Seguimos con el tema de la jerarquía y el mundo espiritual. 

En esta edición veremos las explicaciones de los espíritus respecto a un tema “tabú” entre los encarnados. 


La palabra “Demonio” siempre ha causado repelús a más de uno, y es motivo de temor absoluto en muchas religiones. Allan Kardec, profundiza en este asunto, cuestionando a los espíritus sobre la figura de este ser tan polémico entre las diversas culturas del mundo. 

El texto colocado entre comillas a continuación de cada pregunta es la respuesta que dieron los Espíritus. Debido a la complejidad de algunas respuestas, se han diferenciado con otro tipo de letra las notas y explicaciones añadidas por el autor, en los casos en que existía la posibilidad de confundirlas con el texto de las respuestas. Cuando forman capítulos enteros no hay lugar a confusión, de modo que se ha conservado el tipo de letra ordinario.


Ángeles y Demonios


128. Los seres que llamamos ángeles, arcángeles y serafines, ¿forman una categoría especial, de naturaleza diferente a la de los otros Espíritus?

“No, son los Espíritus puros: los que están en el más alto grado de la escala y reúnen todas las perfecciones.” 

La palabra ángel despierta, por lo general, la idea de la perfección moral. Sin embargo, suele aplicarse a todos los seres, buenos y malos, que están fuera de la humanidad. Se dice: el ángel bueno y el ángel malo, el ángel de la luz y el ángel de las tinieblas. En este caso, es sinónimo de espíritu o de genio. Nosotros la tomamos aquí en su acepción buena. 


129. Los ángeles, ¿han recorrido todos los grados? 

“Han recorrido todos los grados. No obstante, como hemos dicho, algunos aceptaron su misión sin quejarse y llegaron más rápido; otros pusieron un tiempo más o menos prolongado para alcanzar la perfección.” 


130. Si la opinión que admite la existencia de seres creados perfectos y superiores a las demás criaturas es errónea, ¿cómo se explica que se la encuentre en la tradición de casi todos los pueblos? 

“Debes saber que tu mundo no es eterno y que, mucho tiempo antes de que existiera, ya había Espíritus que habían alcanzado el grado supremo. Los hombres, entonces, pudieron creer que dichos Espíritus fueron siempre así.” 


131. ¿Existen demonios, en el sentido que se da a esta palabra? 

“Si hubiese demonios serían obra de Dios. Ahora bien, ¿sería Dios justo y bueno si hubiera hecho seres eternamente consagrados al mal y desdichados? Si existen demonios, residen en tu mundo inferior y en otros semejantes. Los hombres hipócritas son quienes hacen de un Dios justo un Dios malo y vengativo, y creen complacerlo con las abominaciones que cometen en su nombre.” 


La palabra demonio sólo implica la idea de Espíritu malo en su acepción moderna, pues la palabra griega daimón, de la cual deriva, significa genio, inteligencia, y se aplica a los seres incorporales, buenos o malos, sin distinción. Se supone que los demonios, según la acepción vulgar de la palabra, son seres esencialmente malignos. Serían, como todas las cosas, una creación de Dios. Ahora bien, no es posible que Dios, que es soberanamente justo y bueno, haya creado seres que por naturaleza estén encargados de hacer el mal, y condenados por toda la eternidad. Y si no fuesen obra de Dios, serían eternos como Él, en cuyo caso habría muchos poderes soberanos. La primera condición de toda doctrina es que sea lógica. Ahora bien, a la doctrina de los demonios, en su sentido absoluto, le falta esa base esencial. Se concibe que en las creencias de los pueblos atrasados, que por no conocer los atributos de Dios admiten divinidades malignas, se admita también la existencia de demonios. Sin embargo, para quienquiera que haga de la bondad uno de los atributos de Dios por excelencia, es ilógico y contradictorio suponer que Él pudo crear seres consagrados al mal y destinados a practicarlo a perpetuidad, pues esto equivaldría a negar su bondad. Los partidarios de los demonios se apoyan en las palabras de Cristo. No seremos nosotros, por cierto, quienes discutiremos la autoridad de la enseñanza cristiana, a la cual queríamos ver en el corazón antes que en los labios de los hombres. No obstante, ¿estamos suficientemente seguros del sentido que Cristo le daba a la palabra demonio? ¿No sabemos que la forma alegórica es uno de los sellos distintivos de su lenguaje? ¿Debemos tomar al pie de la letra todo lo que contiene el Evangelio?


No precisamos otra prueba más que el siguiente pasaje: “Inmediatamente después de esos días de aflicción, el sol se oscurecerá y la luna ya no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo y las fuerzas del cielo serán sacudidas. En verdad os digo que esta generación no pasará hasta que todo eso se cumpla.” ¿Acaso no hemos visto que la ciencia contradice la forma del texto bíblico en lo que atañe a la creación y al movimiento de la Tierra? ¿No podría suceder lo mismo con determinadas figuras empleadas por Cristo, que debían hablar según los tiempos y lugares? Cristo no pudo decir a sabiendas algo falso. Si en sus palabras, pues, hay cosas que parecen chocar a la razón, es porque no las comprendemos o las interpretamos mal. Los hombres han hecho con los demonios lo mismo que con los ángeles: así como creyeron en seres eternamente perfectos, de igual modo han tomado a los Espíritus inferiores por seres perpetuamente malos. Por consiguiente, la palabra demonio debe entenderse en alusión a los Espíritus impuros, que a menudo no son mejores que los designados con ese nombre, pero con la diferencia de que su estado sólo es transitorio. Son Espíritus imperfectos que se quejan por las pruebas que sufren y que, por eso, las sufren mucho más tiempo, aunque también llegarán a la perfección cuando tengan voluntad de hacerlo. Podríamos aceptar, pues, la palabra demonio con esa restricción. No obstante, como actualmente se la entiende en un sentido exclusivo, podría inducir a error, al hacer creer en la existencia de seres especiales creados para el mal. 


Con respecto a Satán, es evidente que se trata de la personificación del mal con una forma alegórica, pues no podríamos admitir la existencia de un ser malo que luchase de igual a igual contra la Divinidad, y cuya única preocupación fuera oponerse a sus designios. Como el hombre necesita figuras e imágenes que impresionen su imaginación, ha representado a los seres incorporales con una forma material y con atributos que recuerdan sus propias cualidades o defectos. Así, cuando los antiguos querían personificar el tiempo, pintaban la figura de un anciano con una hoz y un reloj de arena, pues la imagen de un hombre joven habría sido un contrasentido. Lo mismo sucede con las alegorías de la Fortuna, la Verdad, etc. Los modernos han representado a los ángeles o Espíritus puros con una figura radiante y alas blancas: emblema de la pureza; y a Satán con cuernos, garras y los atributos de la bestialidad: emblema de las pasiones viles. El vulgo, que toma las cosas literalmente, ha visto en esos emblemas a un individuo real, como antaño veía a Saturno en la alegoría del Tiempo. 


El mundo que conocemos hoy, la figura del Demonio (Diablo, Satán, etc.) Se conoce en las diversas religiones como el ser que “castiga” a los pecadores. Con el estudio de la Doctrina Espírita, y meditando respecto a las enseñanzas brindadas por los amigos espirituales, sabemos que “nuestros demonios” no son más que nuestra consciencia misma. Cuando volvemos a la espiritualidad tenemos las sensaciones más latentes y somos capaces de ver aquello que los ojos y la conciencia humana no pudieron. No significa que “nos castiguemos” a nosotros mismos, simplemente que nos despertamos para una verdad, donde la percepción es más latente. Conscientes de esta “nueva realidad” tenemos la oportunidad de elegir nuestro próximo paso hacia la evolución espiritual y concretemos entonces la siguiente reencarnación, asunto de la próxima edición. Hasta entonces, os invito a un ejercicio de introspección.... ¿Cómo está tu consciencia? Siempre estamos a tiempo de sanar “nuestros demonios”…  AQUÍ Y AHORA.



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