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Conociendo el Espiritismo

El Libro de los Espíritus

Preguntas y respuestas de la 114 a la 127

 

Flavia Roggerio



Después de comentar en la última edición la jerarquía que existe en el mundo espiritual, traemos en esta nueva publicación las preguntas realizadas por Allan Kardec a los Espíritus sobre la evolución en su condición. Y si, como nosotros encarnados, también pueden esforzarse para ser mejores, si tienen posibilidades de evolucionar en su conducta y pueden elegir sus caminos… ¡Atención a las explicaciones! Porque al final, nada más somos que espíritus encarnados, viviendo la experiencia de la tierra con el mismo fin.

El texto colocado entre comillas a continuación de cada pregunta es la respuesta que dieron los Espíritus, debido a la complejidad de algunas respuestas, se han diferenciado con otro tipo de letra, las notas y explicaciones añadidas por el autor, en los casos en que existía la posibilidad de confundirlas con el texto de las respuestas. Cuando forman capítulos enteros no hay lugar a confusión, de modo que se ha conservado el tipo de letra ordinario.



Progresión de los Espíritus 


114. Los Espíritus, ¿Son buenos o malos por naturaleza, o mejoran por sí mismos? 

“Los Espíritus mejoran por sí mismos: al hacerlo pasan de un orden inferior a otro superior.” 


115. Los Espíritus, ¿han sido creados unos buenos y otros malos? 

“Dios creó a todos los Espíritus simples e ignorantes, es decir, desprovistos de ciencia. A cada uno le dio una misión con el objetivo de instruirlos y de hacerlos llegar progresivamente a la perfección mediante el conocimiento de la verdad, y para aproximarlos a Él. Para ellos la dicha eterna e imperturbable reside en esa perfección. Los Espíritus adquieren esos conocimientos al pasar por las pruebas que Dios les impone. Algunos aceptan esas pruebas con sumisión y llegan más pronto al objetivo que se les asignó. Otros sólo las sufren con quejas, y así, por su culpa, quedan alejados de la perfección y de la felicidad prometida.” 

[115a] - Según esto, en su origen, los Espíritus parecen ser como los niños: ignorantes y sin experiencia, aunque poco a poco adquieren los conocimientos que les faltan a medida que recorren las diferentes fases de la vida. 

“Sí, la comparación es exacta. El niño rebelde permanece ignorante e imperfecto. Aprende más o menos según su docilidad. Sin embargo, la vida del hombre tiene un término, mientras que la de los Espíritus se extiende hasta lo infinito.” 


116. Entre los Espíritus, ¿los hay que quedarán perpetuamente en las categorías inferiores? 

“No, todos llegarán a ser perfectos. Cambian, pero con lentitud, porque como lo hemos dicho en otra ocasión, un padre justo y misericordioso no puede conservar a sus hijos en el destierro por toda la eternidad. ¿Pretenderías acaso que Dios, tan grande, bueno y justo, fuese peor que vosotros mismos? 


117. ¿Depende de los Espíritus apresurar su progreso hacia la perfección? 

“Sin duda. Llegan con mayor o menor rapidez según su deseo y su sumisión a la voluntad de Dios. Un niño dócil, ¿no se instruye acaso más rápido que uno reacio? 


118. Los Espíritus, ¿pueden degenerar? 

“No. A medida que avanzan, comprenden lo que los alejaba de la perfección. Cuando el Espíritu ha concluido una prueba, adquirió el conocimiento de ella y no la olvida. Puede permanecer estacionario, pero no retrocede.” 


119. ¿No podría Dios eximir a los Espíritus de las pruebas que deben sufrir para llegar a la primera categoría? 

“Si hubiesen sido creados perfectos no tendrían el mérito para gozar de los beneficios de esa perfección. ¿Cuál sería el mérito si no hubiera lucha? Por otra parte, la desigualdad que existe entre ellos es necesaria para su personalidad. Además, la misión que cumplen en los diferentes grados está dentro de los designios de la Providencia en relación con la armonía del universo.” 


Puesto que en la vida social todos los hombres pueden llegar a los primeros puestos, valdría preguntarse por qué el soberano de un país no asciende a general a cada uno de sus soldados, por qué todos los empleados subalternos no llegan a ser funcionarios superiores, o por qué todos los escolares no se convierten en maestros. Ahora bien, hay una diferencia entre la vida social y la vida espiritual: la primera es limitada y no siempre permite ascender todos los grados, mientras que la segunda es ilimitada y deja a cada uno la posibilidad de elevarse al grado supremo. 


120. ¿Todos los Espíritus pasan por la serie del mal para llegar al bien? 

“No por la serie del mal, sino por la de la ignorancia.” 


121. ¿Por qué algunos Espíritus han seguido el camino del bien y otros el del mal? 

“¿Acaso no tienen libre albedrío? Dios no creó Espíritus malos; los creó simples e ignorantes, es decir, con tanta aptitud para el bien como para el mal. Los que son malos llegaron a serlo por su voluntad.” 


122. ¿Cómo pueden los Espíritus, en su origen, cuando aún no tienen conciencia de sí mismos, tener la libertad de elegir entre el bien y el mal? ¿Hay en ellos un principio, alguna tendencia, que los lleve en una dirección más que en otra? 

“El libre albedrío se desarrolla a medida que el Espíritu adquiere la conciencia de sí mismo. Ya no habría libertad si la elección fuese determinada por una causa independiente de la voluntad del Espíritu. La causa no está en él, sino fuera de él, en las influencias a las cuales cede en virtud de su voluntad libre. Se trata de la gran alegoría de la caída del hombre y del pecado original: algunos cedieron a la tentación, otros resistieron.” 

[122a] - ¿De dónde provienen las influencias que se ejercen sobre él? 

“De los Espíritus imperfectos que procuran apoderarse de él y dominarlo, y que se complacen en hacerlo sucumbir. Es lo que se ha querido representar mediante la figura de Satán.”

[122b] - Esa influencia, ¿sólo se ejerce sobre el Espíritu en su origen? “Lo sigue durante su vida de Espíritu hasta que haya conseguido tal dominio de sí mismo, que los malos renuncien a obsesionarlo.” 


123. ¿Por qué Dios ha permitido que los Espíritus puedan seguir el camino del mal? 

“¿Cómo os atrevéis a pedir a Dios cuenta de sus actos? ¿Acaso creéis poder penetrar sus designios? Sin embargo, estáis en condiciones de deciros esto: la sabiduría de Dios está en la libertad que deja a cada uno de elegir, pues cada uno tiene el mérito de sus obras.” 


124. Puesto que hay Espíritus que desde el principio siguen el camino del bien absoluto, y otros el del mal absoluto, ¿existen sin duda grados entre esos dos extremos? 

“Sí, con certeza, y son la gran mayoría.” 


125. Los Espíritus que han seguido el camino del mal, ¿podrán llegar al mismo grado de superioridad que los otros? 

“Sí, pero las eternidades serán más largas para ellos.” Por la expresión las eternidades, debemos entender la idea que tienen los Espíritus inferiores acerca de la perpetuidad de sus padecimientos, porque no les es dado ver el término de los mismos. Esa idea se renueva con cada una de las pruebas ante las que sucumben. 


126. Los Espíritus que han llegado al grado supremo después de haber pasado por el mal, ¿tienen ante Dios menos mérito que los otros? 

“Dios contempla a los extraviados con la misma mirada, y los ama a todos con el mismo amor. Se los llama malos porque han sucumbido, pero antes sólo eran Espíritus simples.” 


127. Los Espíritus, ¿son creados iguales en cuanto a sus facultades intelectuales? 

“Son creados iguales, pero al no saber de dónde provienen es preciso que el libre albedrío siga su curso. Progresan con mayor o menor rapidez, tanto en inteligencia como en moralidad.” Los Espíritus que siguen desde el principio el camino del bien no son por eso Espíritus perfectos. Si bien no tienen malas tendencias, no están eximidos de adquirir la experiencia y los conocimientos necesarios para alcanzar la perfección. Podemos compararlos con niños que, sea cual fuere la bondad de sus instintos naturales, tienen necesidad de desarrollarse, de instruirse, y no llegan sin transición de la infancia a la edad madura. Así como hay hombres que son buenos y otros que son malos desde la infancia, de igual modo hay Espíritus que son buenos o malos desde el principio, con la diferencia capital de que el niño tiene instintos completamente formados, mientras que el Espíritu, en su formación, no es ni malo ni bueno; tiene todas las tendencias, y toma una u otra dirección en virtud de su libre albedrío.


En nuestro cotidiano nos encontramos con todo tipo de personas. Seguramente algunas nos defrauden con su forma de ser y con sus duras palabras. Otras nos llenan de ternura con sus dulces miradas y cálidos abrazos. Tal vez seamos unas de estas personas en la vida de otras, y ni siquiera nos damos cuenta de ello. Podemos vigilar, cuidar nuestras actitudes, la forma como actuamos respecto a determinadas personas o situaciones. No hay un ser perfecto en la Tierra. Estamos todos en la misma escuela y es nuestro deber esforzarnos al máximo para aprender de cada situación. Todos venimos con la misma mochila, pero cada uno de nosotros volverá con diferentes cosas dentro de ella. Y así, en cada encarnación. Y así, en cada vuelta al mundo espiritual. Os invito a meditar sobre el alumno que eres en esta maravillosa escuela, que se llama VIDA.


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