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Educación del Espíritu

Tu hijo es un espíritu inmortal

 

Un matrimonio espírita con un hijo de dos años, preocupado por una situación que se presenta con frecuencia en la escuela infantil a la que concurre, pidió ayuda a San Benito, guía de la familia. Los padres relataron la situación y escribieron algunas preguntas a su Guía, pidiéndole consejo y orientación en favor de la buena educación del niño:


“Nuestro hijo ha sido mordido frecuentemente por algunos niños que comparten el aula con él. Hemos notado que esto ha modificado su comportamiento, que antes era tranquilo, pero ahora suele reaccionar para defenderse.


No queremos que siga siendo mordido, ni que se torne agresivo… deseamos que él se defienda con integridad, cuando eso suceda.


Percibimos que nuestro hijo se está desenvolviendo bien, aprendiendo nuevas palabras y discerniendo entre el bien y el mal, algo que nosotros le enseñamos.


Les pedimos vuestros consejos, a fin de que podamos hacer todo lo posible para que nuestro hijo sea un hombre de bien.".


La orientación que recibieron fue la siguiente:


"Hijos míos, atiendo de buen grado a vuestra petición de consejo para que, como ángel de la guarda, pueda ayudaros a guiar a mi protegido. Estaré siempre a vuestro lado en este deber que debéis cumplir, y les agradezco.


Vosotros, que sois espíritas , debéis siempre mirar hacia lo invisible, donde están quienes os dirigen, muchas veces a pesar de vosotros.


No olvidéis que vuestros hijos son Espíritus, portadores de virtudes y de vicios, y que están acompañados por Espíritus que simpatizan con ellos. Verás que, cuando un niño actúa mal con otro, quitándole un juguete o atacándolo de alguna manera, es su Espíritu el que expresa este deseo, pero como su cuerpo aún es frágil no puede expresar su voluntad con pleno vigor.


Por eso es importante, e incluso un deber de los padres, estar siempre atentos… observar el comportamiento de sus hijos, desde edades tempranas; Permanecer atentos a sus inclinaciones, a sus tendencias, que afloran en pequeñas actitudes, con el fin de identificar los malos brotes y podarlos (o corregirlos) desde el principio.


En el caso particular de vuestro hijo, debéis hacer oraciones por los niños que lo muerden, y unirse a los ángeles guardianes. Las oraciones pueden beneficiarlos. Es importante, en este caso, llamar a tu hijo para que te acompañe en tus rezos, enseñándole desde pequeño el valor de orar por quienes nos hacen daño.


Su comportamiento hacia otros niños no será perjudicial, dado que se defiende con naturalidad. Su propia naturaleza dicta que no debe ir más lejos. En cuanto a otras situaciones, podré darles más instrucciones a su debido tiempo, según surja la necesidad.


Mantened vuestra mirada fija en el Espíritu de vuestro hijo, que ha encarnado para poder progresar. No permitáis que el germen de las ideas materialistas se instale en vuestro corazón.


Estudia a tu hijo, consciente de que es un Espíritu inmortal que no está por primera vez en un cuerpo físico. Procurad por vosotros mismos comprender las leyes de Dios y enseñárselas, porque os harán verdaderamente felices.


El temperamento tranquilo que notáis en vuestro hijo no debe engañar a vuestros amorosos padres, pues es un Espíritu imperfecto que tiene vicios y defectos que corregir.


Seréis recompensados ​​con la verdadera felicidad, si le enseñáis a vivir como Espíritu inmortal, cultivando sus virtudes y evitando, mediante una educación bien dirigida, la exacerbación de sus pasiones."


San Benito

(Psicografiado el 19 de junio de 2024).



No olvidéis que vuestros hijos son Espíritus, portadores de virtudes y de vicios, y que están acompañados por Espíritus que simpatizan con ellos.


«¡Oh espíritas! Comprended ahora el importante rol de la humanidad. Comprended que cuando producís un cuerpo, el alma que en él encarna viene del espacio para progresar. 


Tened en cuenta vuestros deberes y aplicad todo vuestro amor para aproximar esa alma a Dios. Esa es la misión que se os ha confiado, y cuya recompensa recibiréis en el caso de que la cumpláis fielmente. Vuestros cuidados y la educación que habréis de darle favorecerán su perfeccionamiento y su bienestar futuro.


Tened presente que Dios preguntará a cada padre y a cada madre: “¿Qué habéis hecho del hijo que confié a vuestros cuidados?” Si permaneció retrasado por vuestra culpa, tendréis como castigo verlo entre los Espíritus que sufren, cuando de vosotros dependía que fuese feliz.


Entonces, vosotros mismos, torturados por los remordimientos, solicitaréis reparar vuestra falta. Solicitaréis, tanto para vosotros como para él, una nueva encarnación, en la cual habréis de rodearlo con mayores cuidados, y en la que él, lleno de gratitud, os envolverá con su amor.»


«La tarea no es tan difícil como podríais imaginar. No exige la sabiduría del mundo, pues tanto el sabio como el ignorante pueden desempeñarla. El espiritismo viene a facilitar ese desempeño, al dar a conocer la causa de las imperfecciones del corazón humano. 


Desde la cuna el niño manifiesta los instintos buenos o malos que trae de su existencia anterior, y es preciso aplicarse a estudiarlos.


Todos los males tienen su principio en el egoísmo y el orgullo.


Vigilad, pues, las menores señales que revelen el germen de esos vicios, y tratad de combatirlos sin esperar a que echen raíces profundas.


Haced como el buen jardinero, que arranca los brotes defectuosos a medida que los ve asomar en el árbol.


Si dejáis que se desarrollen el egoísmo y el orgullo, no os espantéis más tarde de que se os pague con la ingratitud.


Los padres que han hecho todo lo debido por el adelanto moral de sus hijos, y no obtuvieron el éxito deseado, no tienen por qué culparse a sí mismos, y su conciencia puede estar tranquila.


En compensación por la muy natural amargura que experimentan por el fracaso de sus esfuerzos, Dios les reserva un importante e inmenso consuelo, mediante la certeza de que ese fracaso es apenas una postergación, y que se les concederá concluir en otra existencia la obra que han comenzado en esta, hasta que un día el hijo ingrato habrá de recompensarlos con su amor.»


San Agustín. París, 1862



Referencias

El Libro de los Espíritus - Sobre la intervención de los Espíritus en el mundo corpóreo - Influencia oculta de los Espíritus en nuestros pensamientos y acciones.

El Evangelio según el Espiritismo, Cap. XIV - Honra a tu padre y a tu madre - Instrucciones de los Espíritus - La ingratitud de los hijos y los vínculos familiares.


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