Sobre la formación de la Tierra
Vera Lucia Dalessio

Muchas han sido las teorías sobre la formación de la Tierra, desde sus orígenes hasta nuestros tiempos. Las tres más importantes son: la teoría de la proyección, la teoría de la condensación y la teoría de la incrustación.
Teoría de la proyección
Según Buffon, matemático y científico del Siglo XVIII, estableció en la teoría de la proyección, los planetas se movían en la misma dirección, recorrían órbitas cuya inclinación no excedía los 7,5 grados. De esa uniformidad, dedujo que una misma causa los puso en movimiento. Así mismo, el Sol era una masa incandescente en fusión, que tras sufrir un fuerte golpe, se desagregó en porciones menores o fragmentos, que dieron origen a los planetas. Éstos continuaron moviéndose circularmente, debido a la combinación de las fuerzas centrípeta y centrífuga en el plano de la eclíptica.
Tardó mucho tiempo hasta enfriarse y consolidarse, un tiempo proporcional a sus respectivos volúmenes; cuando la temperatura lo permitió, sobre su superficie se originó la vida.
Su teoría, rebatida por los nuevos descubrimientos de la ciencia, ha sido desechada, dado que hoy se sabe que los cometas están formados por materia gaseosa condensada, bastante difusa y ofrecen menos resistencia que el Sol. Además, se considera que el Sol es un globo compuesto por materia sólida, rodeada de una atmósfera luminosa o fotosfera, que no tiene contacto con su superficie.
Posteriormente, también se descubrió que otros planetas, Juno, Ceres y Palas, poseen órbitas con inclinación de 13,10 y 34 grados; para llegar a su temperatura actual, se ha necesitado millones de años, no millares de años como decía Buffon. Él sólo tuvo en cuenta el calor central que la Tierra sufre con las variaciones de la atmosfera.
Teoría de la Condensación
Esta es la teoría que prevalece hoy en la Ciencia, debido a que es la mejor corroborada por la observación, la que resuelve un número mayor de dificultades y la que se apoya, en mayor medida que las demás, en el gran principio de Unidad Universal.
Ambas teorías llegan a la misma conclusión: el estado primitivo de incandescencia del globo; la formación de una corteza sólida por enfriamiento; la existencia del fuego central; y la aparición de la vida orgánica cuando la temperatura de la Tierra lo permitió. Difieren, sin embargo, en puntos esenciales y es probable que, si Buffon hubiese vivido en nuestros días, sus ideas no hubieran sido distintas.
La Geología estudia a la Tierra en sus aspectos factibles de observación directa. Como su estado anterior escapa a la experimentación, sólo se puede hacer conjeturas al respecto. Ahora bien, entre dos hipótesis, el buen sentido nos dice que se debe elegir aquella que la lógica no rechace y que concuerde con los hechos observados.
Teoría de la incrustación
Citamos esta teoría a título exclusivamente informativo, ya que no se apoya en hechos científicos, sin embargo, ha tenido una cierta repercusión recientemente, convenciendo a algunas personas. Se basa en la creencia de que se le ordenó al alma de la Tierra que reuniera a sus satélites para formar nuestro globo actual. Solo cuatro de estos lo aceptaron. La Luna se empeñó en mantener su autonomía, ya que todos gozan del libre albedrío. Durante un largo período hubo fusiones y transformaciones. Se cree que a partir de esos movimientos nacieron las diferentes razas: en África, la raza negra, en Europa la raza blanca, en Asia la raza amarilla, en América la raza roja. También se defendía la tesis según la cual animales pre-históricos y vegetales se trajeron de otros mundos. No obstante, las leyes naturales explican su formación, de una manera más completa y sobre todo, mas racional, ya que se basa en información obtenida mediante la observación. Cuando un sistema semejante se sostiene en una cosmogonía, nos preguntamos sobre qué base racional podrá sustentarse lo demás. La concordancia que este sistema pretende establecer entre la Génesis bíblica y la ciencia, es totalmente ilusoria, ya que la ciencia misma lo contradice. El autor que publicó esa teoría, hombre de grandes conocimientos, aunque atraído durante algún tiempo por la misma, muy pronto encontró sus puntos vulnerables y no tardó em combatirla, utilizando la ciencia en su contra.
El alma de la Tierra
El desarrollo orgánico siempre guarda relación con el desenvolvimiento del principio individual. El organismo se perfecciona en la medida que las facultades del alma se desarrollan. La escala orgánica evoluciona constantemente, bien como la progresión de la inteligencia de todos los seres, dado que el alma necesita un instrumento que se adapte a la importancia de las funciones a cumplir. Racionalmente, podemos considerar como alma de la Tierra a la colectividad de Espíritus encargados de la elaboración y dirección de sus elementos constitutivos, lo que supone ya un cierto grado de desarrollo intelectual.
En la Tierra, no tenemos un único Espíritu encargado de la elevada tarea de dirigir los destinos morales y el progreso de sus habitantes, pues es una misión que solo podría ser desempeñada por un ser eminentemente superior en conocimientos y sabiduría. Podemos deducir que el alma de la Tierra se encuentra fuera de nuestro mundo y como espíritas, sabemos que Dios eligió a Jesús como cuidador de nuestro planeta azul.