El Amor es la Mayor Ley del Universo
Dr. Jose Luis Saez
Transcripción de la conferencia impartida en la Jornada Espiritista de Barcelona 2022
Por Karina Cejas
El Amor resume toda la doctrina de Jesús, porque es el sentimiento por excelencia y los sentimientos son los instintos elevados a la altura del progreso alcanzado. Inicialmente el hombre sólo posee instintos; más avanzado y corrompido, sólo tiene sensaciones; más instruido y purificado, tiene sentimientos, y el punto cumbre del sentimiento es el Amor. No el amor en el sentido vulgar del término, sino ese sol interior que condensa y reúne en su ardiente núcleo todas las aspiraciones y revelaciones sobrehumanas.
¡Feliz aquél que, elevándose sobre su humanidad, quiere con gran amor a sus hermanos que sufren! ¡Feliz aquel que ama, porque no conoce ni la angustia del alma, ni la miseria del cuerpo, sus pies son ligeros y vive como transportado fuera de sí mismo!
El Espíritu debe ser cultivado como un campo; toda la riqueza futura depende del trabajo presente y más que bienes terrestres, os traerá la gloriosa elevación; entonces será cuando comprendiendo la Ley del Amor que une a todos los seres, encontrareis en ella las alegrías del alma, que son los preludios de las alegrías celestiales.
El Amor es de esencia divina y desde el primero hasta el último, poseéis en el fondo del corazón la llama de ese fuego sagrado.
Dios depositó en los corazones ese germen que se desarrolla y engrandece con la moralidad y la inteligencia, y aunque sea relativizado por el egoísmo, es el origen de dulces virtudes que constituyen los afectos sinceros y duraderos que nos ayudan a vencer la ruta escarpada y árida de la existencia humana.
Los efectos de la Ley del Amor son el mejoramiento moral de la raza humana y la felicidad durante la vida terrestre.
Amar en el sentido profundo de la palabra, es ser leal, probo, concienzudo, para hacer a los otros lo que quisiéramos para nosotros mismos. Es mirar a la gran familia humana como la nuestra, porque somos todos hijos de Dios destinados a elevarnos hasta el infinito.
El Espíritu es un ser social por naturaleza, puesto que aislado no puede llenar los fines de la Creación. Viviendo en soledad no podría desarrollar sus facultades ni realizar esa innata perfección heredada de Dios.
Los Espíritus para realizar su evolución y progreso deben vivir en común ya sea en el espacio o en los distintos mundos habitados. Esta vida en común está regida por las leyes eternas.
La Ley de Justicia Amor y Caridad es esencial en las relaciones entre Dios y las criaturas, así como en la integración y el desarrollo de las sociedades humanas y espirituales.
Comprenderemos más fácilmente los objetivos y la aplicación de la justicia humana que los de la espiritual. Podemos tener una noción que existe, y es de todo punto necesario que exista (una justicia divina) y un amor divino sin el cual no se comprenderían los objetivos de la creación.
Cuando tratamos de unir el amor y la justicia, la tarea nos resulta casi imposible. El amor predispone al perdón. La justicia se opone al perdón, puesto que reclama la sanción de la ley.
Para comprender esto debemos realizar una ascensión. Así como el viajero no logra tener una visión clara de la región que recorre, sino subiendo a una cima que le permita abarcar bastas perspectivas, así el espíritu humano no podrá comprender la identidad de la justicia y el amor sin elevarse por encima de todo lo que es transitorio y contingente para contemplar los vastos horizonte en que se desenvuelven las metas universales:
Las Leyes de Amor y Caridad sí son de aplicación personal por y para cada uno de los seres de la creación.
En el ámbito espiritual la Ley de Amor se convierte en impulso generoso que induce al Espíritu a todas las sublimidades de la abnegación y el sacrificio.
La ley humana es falible y temporal. La Ley Divina es infalible y eterna. La ley humana se perfeccionará cuanto más se acerque a la divina y se nutra de ella.
La justicia sin humanismo es como un mecanismo reseco. Necesita un lubricante y ese lubricante es el Amor.
El Amor es el magnetismo de las almas, es su ley de gravitación universal. El amor no admite enemistad y por ello todos los conflictos desaparecen ante él.
La manifestación del amor se ve obstaculizada por los defectos inherentes a la naturaleza humana. El egoísmo, la ingratitud hacen al hombre inmerecedor del beneficio del amor, o por lo menos dificultan la manifestación de este. Es entonces que la caridad se hace necesaria.
La verdadera caridad no consiste en la ayuda material solamente, ella es:
Benevolencia para con todos, es decir pensar bien siempre
Indulgencia con las imperfecciones de los otros
Perdón de las ofensas.
El que ama de verdad no es quien enciende el fuego sino quien lo conserva.
¿Recuerdas las veces en tu vida que alguien fue amoroso o amable contigo?
Los actos de amabilidad verdadera, desde una mirada comprensiva a una acción que nos salva la vida, son tan preciados que dan la medida de la calidad humana.
Uno de los deseos más imperiosos de todo ser humano es sentirse apreciado, cualquier persona lo necesita para sentirse bien.
Las personas que no obtienen aprecio o que obtienen menos del necesario tienden a deprimirse y a enfermar, tal y como las plantas sin agua tienden a secarse.
¡El AMOR es básico para nuestra supervivencia!
Alguien amable acepta a los demás y esparce ternura, esa emoción que expande el pecho, abre y ablanda a las personas, haciéndolas sentir radiantes.
La persona amable es fácil de amar porque ama. Esto significa que tiene amor, pues nadie puede dar algo de lo cual carece.
La persona amable se ama a si misma, en el sentido que se siente viva y conectada a la vida: se encuentra en armonía.
Los niños pequeños acostumbran a interrelacionarse fácilmente. Muestran interés por los demás y pueden iniciar una comunicación de modo fluido. Su intención les mueve a la acción: actúan hacia lo que quieren.
Por el contrario, cuanto más piensa la persona sobre algo, más se estanca en interpretar, en suponer, en esperar y, en resumen, en apartarse de lo que quiere.
¿Qué piensas hacer para retomar tu capacidad infantil de entablar contacto con el prójimo?
¿Qué harías para rescatar tu niño interior?
¿Qué ventajas extraerás de ello?
Para algunas personas el problema es expresar ternura y aprecio, pues no aprendieron cómo hacerlo. Su reto será lanzarse poco a poco para demostrar aprecio. Por el contrario, para otros el expresar ternura es fácil, pero resulta difícil mostrar su disconformidad o rabia. Esto enturbia sus expresiones de afecto.
Los efectos de la Ley del Amor son el mejoramiento moral de la raza humana y la felicidad durante la vida terrestre.
Diferentes estudios han demostrado que las personas que tienen un mayor poder de atracción sobre los demás son precisamente las que dan signos de estar abiertas y ser accesibles.
Siempre que alguien adopta una conducta abierta, está ya mostrándose amable ante los demás.
Esto se siente y no hace falta hablar mucho, son códigos que se transmiten inconscientemente.
El amor es, por encima de todo, la donación de sí mismo. Nadie es absolutamente amable, ni absolutamente antipático.
Cerca de un extremo encontraríamos a las grandes figuras místicas que despiertan adoración, mientras que en el otro a los criminales antisociales cuya crueldad escapa a nuestra comprensión (cuando desconocemos la vida espiritual).
El grado de amabilidad es un rasgo de la personalidad que tiende a permanecer bastante estable a lo largo del tiempo. Sea cual fuere nuestro grado de amabilidad, es nuestra responsabilidad el mejorar y reconocer lo que limita nuestros intercambios de amor.
Nuestro objetivo para generar bienestar es encontrar el equilibrio interior: amabilidad para aceptar y vivir en armonía, y fuerza para saber oponerse con firmeza, cuando lo sentimos así.
Este “estar abierto y a la vez mantener los propios límites” es el punto de la iluminación.
Una persona se hace a si misma capaz o incapaz de amar, esta es la decisión que le lleva a una vida cada vez más sabia o cada vez más absurda e infeliz. Sin darse cuenta la persona dirige todas sus energías a eliminar la situación-problema, en lugar de perseguir lo que le importa.
La conciencia de ser el protagonista de tu vida, en vez de victimizarte, toma la situación que se ha presentado como un desafío que es necesario atravesar para alcanzar aquello que le interesa.
La diferencia parece mínima, pero implica un giro de 180º respecto a la acción y vivencias anteriores. Al adoptar esta postura existencial se puede acceder a la experiencia y “dar gracias al problema”, que nos posibilita el aprendizaje.
Nuestros quiebres o problemas son las mejores oportunidades para aprender y crecer.
Cuando ante un desafío que la vida nos presenta, las respuestas que damos no son suficientemente efectivas para conseguir los resultados que perseguimos tenemos un PROBLEMA.
Para resolver ese problema tenemos dos caminos:
- Esperamos que cambien las circunstancias
- Modificamos las respuestas que damos
¿Cómo elevar la calidad de las respuestas que generalmente son acciones?
Tenemos la ilusión de que por el solo hecho de generar acciones ya somos efectivos.
Acciones distintas no implican necesariamente acciones efectivas.
“Hemos confundido movimiento con avance y hacer con efectividad”
Detrás de toda acción hay conversaciones. El desafío consiste en mejorar la calidad de nuestra comunicación.
¿Qué son las palabras? Son la expresión sonora de nuestros pensamientos.
La clave para mejorar la calidad de la comunicación consiste en elevar la calidad de nuestro pensamiento (teoría de la co-creación o autopoiesis).
“Vivimos en el mundo mental y emocional que somos capaces de generar”
“La calidad de tu comunicación es directamente proporcional a la calidad de tu pensamiento”.
“Temer al amor es temer a la vida y los que temen a la vida ya están medio muertos”
Nuestros placeres más conmovedores provienen de las cosas sencillas, porque el placer procede de nuestro deseo, nunca de la sofisticación del objeto con el que nos recreamos. Es una vivencia interna, generada en la avidez y valoración que podamos notar. Así el placer profundo o visceral es el que emana desde el centro del cuerpo, cuando saciamos una función vital.
Eric Berne ideó las unidades de aprecio y las denominó caricias.
Existen caricias físicas, con y sin contacto, como pueden ser una mirada, una sonrisa, una expresión cómplice.
Es tal la necesidad de aprecio, que quien carece del aprecio deseado, prefiere obtener muestras de aprecio nocivas antes que ninguna muestra, igual que una persona en un desierto sediento puede llegar a beber de un agua pútrida.
Las caricias falsamente positivas (¡Qué bien estás! ¡Nadie diría lo mayor que eres!) o directamente hirientes (por ejemplo, las cínicas) forman parte de esta clase.
Nuestra relación con los demás se basa en la relación con nosotros mismos. Si no tenemos intimidad con nosotros mismos, es imposible tenerla con los demás y esta solo puede provenir de una profunda aceptación de uno mismo.
Algunas ideas o tips para intercambiar afecto
Prestar atención es lo mismo que dar afecto.
Contempla lo bueno del otro, desde las pequeñas cosas hasta todo lo que os une.
Acostúmbrate a aceptar también las cosas que percibes como no perfectas del otro: elévalas pues también son dignas de tu amor (indulgencia).
Ten en cuenta que ser afectuoso es una decisión: es darte permiso para mostrar ternura.
Escucha al otro con el corazón, busca ponerte en su piel; la empatía debe ser propiciada.
Extiende al máximo tu afecto: aprecia todo cuanto puedas en el otro; seguirás siendo inteligente y teniendo tus propios juicios.
Asegúrate que tu forma de dar afecto le llegue al otro. Ensaya distintas maneras.
Abandona las expectativas acerca de cómo el otro debería ser: acéptalo tal como es.
Recuerda que no es preciso estar de acuerdo en todo con la persona amada. Apreciar a alguien es aceptarlo a él, aunque no necesariamente a sus ideas.
Es decir, el verdadero aprecio también puede consistir en decir “no”.
Aunque estés herido afectivamente, sé valiente y reconoce que el Amor no es dolor, sino sencillamente un riesgo que vale la pena.
Distingue entre dar afecto y ser responsable del bienestar del otro.
Practica el perdón: es un acto sólido de afecto, pues nace en el corazón (nunca lo busques en la cabeza) y permite salvar el vínculo.
Por frustrante que sea un conflicto entre dos personas, aprende a aceptarlo para poder solucionarlo con afecto.
Atrévete a demostrar todo tu afecto directamente: nadie te castiga por sonreír, acariciar o agradecer todo aquello que valoras.
Acepta los gestos afectuosos del otro, aprécialos, deja que te calen, intégralos. Hay personas que muestran su afecto de muy diversas formas, por ejemplo, limpiándote el coche o preparándote una comida.
Respétate a ti mismo y respeta a tu pareja; es una muestra de afecto incondicional.
Reserva un tiempo para sentir afecto hacia ti como ser íntegro, con un espacio de silencio diario para escucharte. No puedes querer a otro mucho más que a ti mismo.
Ama vuestro afecto, y disfrútalo compartiendo con el otro momentos de buen humor.
Las cinco cosas que se lamentan los pacientes cinco minutos antes de morir:
Ojalá hubiera tenido el coraje de vivir una vida fiel a mí mismo, no la vida que otros esperaban de mí: Este fue el lamento más común de todos.
Ojalá no hubiera trabajado tan duro
Ojalá hubiera tenido el coraje para expresar mis sentimientos: Muchas personas suprimieron sus sentimientos con el fin de mantener la paz con los demás.
Me hubiera gustado haber estado en contacto con mis amigos.
Me hubiese gustado permitirme a mí mismo ser más feliz.
Después de escuchar estas reflexiones sobre el AMOR :
Autobservándote, que juicios tienes sobre ti mismo:
¿Eres una persona amorosa?
¿Demuestras tus afectos a tus seres queridos?
¿Qué formas usas habitualmente para demostrar afecto?
¿Sabes escuchar empáticamente a las personas de tu entorno?
¿Qué te gustaría aprender y ejercitar más a menudo?
¿Qué valor le pondrías en tu escala de prioridades, a dar y recibir amor?
¡Amad bastante a fin de que seáis amados!
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