Magnetismo y Espiritismo
Laboratorio del mundo invisible – 4ª y última parte
(El Libro de los Médiums, capítulo VIII)
David Santamaría
Allan Kardec dedica los últimos párrafos de este capítulo a tratar sucintamente sobre la acción de la voluntad sobre la materia y la utilización del magnetismo en la curación de ciertas dolencias (todos los resaltados en los textos de este artículo son nuestros):
«La voluntad es un atributo del Espíritu encarnado tanto como del Espíritu errante. Ahí radica el poder del magnetizador, poder que se sabe es proporcional a la fuerza de voluntad. Así como el Espíritu encarnado puede actuar sobre la materia elemental, también puede, dentro de ciertos límites, modificar las propiedades de dicha materia, lo que explica la facultad de curar mediante el contacto y la imposición de las manos, facultad que algunas personas poseen en grado más o menos elevado.» (Ítem 130).
Para Allan Kardec, la conexión entre Magnetismo y Espiritismo es completa y no se puede entender al uno, sin considerar al otro. Tal es la importancia del magnetismo que, desde el magnetismo animal propuesto por Mesmer (siglo XVIII), hasta nuestros días, se han sucedido técnicas parecidas con denominaciones diferentes (pase espírita, reiki, toque terapéutico) que inciden en la existencia de un campo energético en el ser humano. Campo que tiene un papel vital, tanto en la salud como en la enfermedad del cuerpo físico.
Evidentemente, nuestro principal interés reside en el concepto de pase espírita, que suele tener importante protagonismo en las Instituciones espíritas. Pensamos que las denominaciones “pase” y “pasista”, a pesar de su popularidad, probablemente no reflejen con exactitud lo que en realidad se quiere expresar, o sea: un trasvase de energía (lo más “limpia” posible) del magnetizador a la persona necesitada de equilibrio en su componente energético (periespíritu en nuestra nomenclatura) y/o de alivio de sensaciones físicas molestas.
Curiosamente, la RAE incluye en su diccionario una definición de pase: «Cada uno de los movimientos que hace con las manos el magnetizador, ya a distancia, ya tocando ligeramente el cuerpo de la persona que quiere someter a su influencia.» Tampoco sería aplicable esta definición al concepto de pase espírita, ya que este es mucho más que una serie de movimientos (que incluso pueden ser inexistentes, como en el caso de la imposición de manos), siendo errónea además esa cuestión de influenciar a alguien.
Pero, ¿qué es lo que realmente se transmite del magnetizador al solicitante de esa ayuda?
Veamos la opinión de Kardec (Revue Spirite de enero 1864):
“En la acción magnética, propiamente dicha, es el fluido personal del magnetizador lo que es transmitido, y de ese fluido, que no es otro que el periespíritu, se sabe que siempre participa más o menos de las cualidades materiales del cuerpo, al mismo tiempo que sufre la influencia moral del Espíritu.”
De esta forma tan concreta, Kardec resalta claramente que el magnetizador ofrece sus propios recursos energéticos, recursos que, además, estarán condicionados por el estado de salud de su cuerpo físico y, asimismo, por sus cualidades morales; todo lo cual incidirá, positiva o negativamente, en el resultado de esa labor.
Pero, hay más que decir. En La Génesis, cap. XIV, ítem 33, Kardec clasifica el origen de la acción magnética, la cual se concretaría:
“1º) Por el fluido del magnetizador, en cuyo caso se trata del magnetismo propiamente dicho, o magnetismo humano.
2º) Por el fluido de los Espíritus, que actúan directamente y sin intermediarios sobre un encarnado. (…) Se trata del magnetismo espiritual, cuya calidad es proporcional a las cualidades del Espíritu.
3º) Por el fluido que los Espíritus derraman sobre el magnetizador, al cual este sirve de conductor. Se trata del magnetismo mixto, semi espiritual o, si se prefiere, humano-espiritual. Combinado con el fluido humano, el fluido espiritual le transmite a aquél, las cualidades que le faltan.”
Cualquiera de las tres posibilidades es perfectamente válida, aunque la que más nos interesa en esta breve reseña es la tercera, ya que debe ser la más habitual en el transcurso de esas tareas de emisión energética que se llevan a cabo en muchas Instituciones espíritas.
He empleado la expresión “emisión energética” (expresión que utilizan en un Centro Espírita al cual tengo en gran consideración), en lugar de “pase espírita”. Pienso que esa debería ser la tendencia, o sea, adecuar las denominaciones de algunas de las actividades habituales de las Casas Espíritas a un lenguaje más acorde con la época actual. En este caso ya hace algún tiempo que algunos pensadores espíritas utilizan también, complementariamente, expresiones tales como “bioenergía” (Divaldo Franco, en la obra Terapia pelos pases) o “energía biopsíquica” (Elias Moraes, en la obra Contextualizando a Kardec). Esos son términos más actuales y que se auto-explican mejor.
Es muy probable que, en más de una oportunidad (como nos ha pasado personalmente) hayamos observado una expresión de perplejidad y desconfianza en la cara de aquellas personas a las cuales hemos indicado la posibilidad de aplicarles un pase, para así intentar ayudarlas en alguna situación personal compleja o molesta.
En esos casos, es imprescindible explicar con suficiente detenimiento qué es eso que estamos ofreciendo, sin descartar, sino todo lo contrario, hacer una demostración de lo que es ese recurso energético, aplicándolo ante ella y a modo de ejemplo, en uno de los miembros de la Institución. De esta manera, esa persona necesitada verá que no hay nada “raro” en esa actividad. Ciertamente, es imprescindible comportarse de una manera tanto respetuosa como precavida y transparente, para así predisponer positivamente a esa persona a recibir ese recurso energético.
Realmente, la práctica magnético/energética es tan relevante que, necesariamente, debería estar bien estudiada, bien comprendida y bien aplicada.